Thursday, November 13, 2008

Eso que encontré...

Encontré en tu almohada ese último pensamiento
que dejas por la mañana, calientito y somnoliento

Es un suspiro, es un sueño, es un beso
Es un eco, un murmullo, un poco de todo eso

Lo guardo en mi pecho con enorme cuidado
detrás de camisa y corbata, bien abrigado

Lo llevo por las calles empedradas de Lutecia
Me habla de ti, de mí, de un viaje a Venecia

En el silencio escucho su canturreo
Si cierro los ojos, es a ti a quien veo

Cual pildorita me salva de esta enfermedad
De no verte, tocarte... de sentir la soledad

Y cuando en la noche te encuentro de regreso
te regreso

te regreso un suspiro, mi alma y un beso

Friday, August 22, 2008

Hablando de Identidad...

La contienda electoral en Estados Unidos es cada vez más reñida, las campañas más agresivas y lás críticas más ácidas. El discurso de John McCain parece sugerir que Barack Obama no es lo suficientemente "americano", o como diría todo buen mexicano, no es lo suficiente "estadounidense". ¿Qué significa ser lo suficientemente americano?


Sin duda, Estados Unidos es un país de inmigrantes, aunque afortunadamente ya dejamos atrás la anticuada visión del "melting pot" de culturas y etnicidades. Alguna vez escuché la atinada referencia de un "salad bowl", es decir, juntos pero no revueltos.
Hace cuatro años, en un viaje de placer a Chicago, tuve la oportunidad de atestiguar, desde mi perspectiva limitada y subjetiva, un sinfín de divisiones al interior de la sociedad estadounidense. Tomen, por ejemplo, las siguientes generalizaciones:

Los latinoamericanos, en su mayoría de origen mexicano, dan vida a todos los clichés de Hollywood. Dominan las posiciones de cocineros, porteros, lavatrastes, mucamas, concerjes etc.


Los asiáticos, fantasmas silenciosos de la ciudad. Caminan... no, flotan por la ciudad, reservados, tímidos, distantes. Del trabajo a casa, de casa al trabajo. Sin duda, palabras brotan de sus bocas a puertas cerradas, pero no en público.

Los afroamericanos, por su parte, no carecen de palabras ni parecen tener reservaciones. Vociferantes, a veces intimidantes, se mueven al ritmo de música imaginaria.

Los caucásicos... pareciera que no ven, o escogen no ver, a los otros miembros de la sociedad. Risueños y despreocupados se pasean por la ciudad. Nunca falta por ahí el acento de la inconfudible "Valley girl", las adolescentes lectoras de People y Vogue, los lentes de sol, la ropa de marca, l@s ejecutiv@s, música pop/rock, fraternidades universitarias, futbol americano, etc.

¿Qué tanto son estereotipos y qué tanto se reproducen esos ejemplos, o ejemplos similares, en el cotidiano estadounidense?

Parece ser que la identidad de origen de los inmigrantes en Estados Unidos prevalece sobre la supuesta identidad común, la "americaneidad". En efecto, lejos de ser un "melting pot", la sociedad estadounidense es un gran mosaico de piezas individuales que forman una imagen, o un ideal.

Pero esa imagen podría cambiar más pronto de lo esperado. La Oficina del Censo de Estados Unidos acaba de estimar que las minorías, quienes actualmente constituyen un tercio de la población, serán la mayoría en el año 2042.

La predicción anterior, la candidatura de Obama, la popularidad y rentabilidad de celebridades como Will Smith, Oprah, Salma Hayek, Eddie Murphy... ¿estamos en presencia de un cambio fundamental en la sociedad estadounidense?

La diversidad, no sólo racial, sino también cultural, religiosa y sexual parece cobrar cada vez más legitimidad en una sociedad esencialmente conservadora y xenófoba que pregonaba hipócritamente dicha diversidad desde sus inicios. El matrimonio gay en California bien podría tener un efecto dominó sobre otros estados, culminando el último movimiento civil de los últimos años en Estados Unidos.

Por último, para concluir esta delirante entrada, me gustaría hacer énfasis en que la diversidad en Estados Unidos no equivale a una identidad común basada en dicha diversidad. La pluralidad es un hecho, estadísticamente comprobable. La identidad es un sentir común, un sentimiento de pertenencia, de historia y de futuro compartido. La identidad es subjetiva y a la vez palpable, presente en la manera en que la sociedad escoge representarse.


Una sociedad diversa pero sin identidad común es una receta para el desastre. Los problemas de la sociedad fácilmente se atribuirán al "otro", las recompensas a los "nuestros" y el resentimiento sería de todos. Las divisiones podrían acentuarse, la segregación agravarse, la pérdida de todo civismo hacerse una realidad.

¿Será posible hacer un outsourcing de identidad?








Friday, August 8, 2008

La palma y el mar


Palma verde, palma de miel

A la música del viento se mece tu tersa piel

Contemplando a tu amante, el mar de rubí

Él extiende sus brazos de espuma hacia tí


Deja a tus pies tu fruto caer

Ofrece al mar tu carne y tu ser

Palma verde, palma de miel

No despiertes la furia de tu amante fiel

Tuesday, August 5, 2008

La "moda" de los patrimonios.

Estimado lector,

En seguimiento a la entrada anterior, agradezco el comentario de Karla Barclay, según el cual San Miguel de Allende ya es un producto "labelizado" de nuestra época. Estoy de acuerdo, parece que está de moda otorgar nombramientos de "patrimonio cultural de la humanidad" a diestra y siniestra. ¡Patrimonio = Fashion!

Todavía el año pasado, presenciamos el fiasco de las "7 Nuevas Maravillas del Mundo", una de las cuales fue Chichen Itzá. Según su página de internet, el objetivo de la fundación suiza que condujo la encuesta/concurso es de contribuir a la protección del patrimonio humano y natural del mundo y fomentar el respeto por la diversidad cultural del planeta. Incluso mencionan que el 50% de sus ingresos será destinado a la documentación de monumentos y a los esfuerzos de conservación. Cabe mencionar que no se especifica a dónde va a parar el otro 50%.

El problema que encuentro con esta nueva moda es que conlleva a la explotación turística, o bien, el turismo en masa. Y aunque no me opongo al turismo y a dar a conocer al mundo la riqueza cultural, histórica y natural de un país, sí me opongo a un turismo irresponsable cuya consecuencia es el deterioro del patrimonio.

La protección del patrimonio, en especial el patrimonio humano, no se trata de ponerlo tras una vitrina o en un pedestal. El patrimonio tiene vida propia, y su valorización implica infundirle vida y sostenibilidad.

Debemos evitar a toda costa que San Miguel de Allende pierda su funcionalidad como ciudad. Debemos evitar que las procesiones, la gastronomía, el folclore, las artesanías y los centros religiosos (entre otras cosas), se adapten a los gustos y necesidades de los turistas, en lugar de los residentes. Sé que lo anterior es.... bueno, más que difícil, sobre todo cuando la necesidad económica empuja al artesano a abandonar su actividad tradicional para vender llaveritos fabricados en China. No obstante, soy de la opinión que sí se pueden elaborar políticas públicas que promuevan el turismo responsable y que apoyen la producción cultural de una región. El apoyo a la producción cultural - otro tema que con gusto discutiré más adelante.


¡Saludos!

Monday, August 4, 2008

Hablando del patrimonio...



Estimado lector,

El pasado 7 de julio, la UNESCO declaró a San Miguel de Allende (Guanajuato) como Patrimonio de la Humanidad. Lo anterior me dejó pensando sobre qué significa que una ciudad o monumento sea patrimonio, más allá de la simple concepción de una “herencia común”. Convertir la historia de una ciudad en un patrimonio implica reconocer que existe una historia común inscrita en ese espacio de la ciudad, el cual debe considerarse como un espacio compartido. La creación de este patrimonio también implica la consolidación de una memoria social, el reconocimiento de un sentido social e histórico en las calles y edificios, así como la aceptación de una cierta pertenencia.

Cuando hablamos de patrimonio cultural, nos referimos a todo aquello que se considera digno de su conservación, independientemente del valor práctico del bien. El patrimonio es entonces una invención y una construcción social en la medida en que se crea un discurso sobre la realidad y se legitima dicho discurso. El patrimonio aparece asimismo como una construcción política y su activación jamás es neutral o inocente, responde a los intereses y valores percibidos, o que se quieren transmitir, por los poderes políticos constituidos. En ese sentido, la cohesión, la confrontación y la inversión simbólica en el patrimonio poseen un enorme valor para la clase política, quien buscará enseguida adherentes a esta visión identitaria, con los que legitimará sistemas, políticas y acciones concretas. ¿Cuáles son los intereses de la clase política en el nombramiento de San Miguel de Allende?

Alejándonos un poco de las ineludibles consideraciones políticas, el concepto de patrimonio parte del supuesto valor que los bienes del patrimonio representan para la sociedad en su conjunto. El patrimonio supone entonces un interés del ser humano por el auto conocimiento y por el propio enriquecimiento espiritual. Pero el patrimonio no debe evocar solamente un deseo de conservación, sino también su auténtica puesta en valor, a su disposición y disfrute por parte de la sociedad.

Tomando esta última idea, temo que la conservación del patrimonio convierta a San Miguel de Allende un una ciudad “museificada”, una simple vitrina para turistas (o en este caso, extranjeros retirados). La ciudad no debe perder su valor y su función como tal. Así como un animal salvaje en un zoológico es una paradoja, una ciudad sin actividad citadina también deja de tener sentido, ¿no lo cree usted así?

Friday, August 1, 2008

C H I N A

Mi estimado lector,

Esta pequeña nota es sólo para explicar, de cierta forma, las dos entradas anteriores, ambas sobre China. En realidad, creo que me preparo mentalmente para retomar mi aprendizaje del chino, el cual hace un año que dejé por falta de tiempo.

Sí, no siempre suena como la lengua más melodiosa del mundo.

Sí, aprender al menos 1,500 caracteres para poder leer el periódico es una hazaña aparentemente insuperable.

Sí, sí me gusta la comida china.

Sí, tengo que dejar de procrastinar.

Sí, sí, sí.... Mañana empiezo.

Zài Jiàn !

Guerra de la Información, Guerra del Pueblo



Anteayer fui al cine a ver Wall•E, la nueva película de Disney – me encantó. Además de ser chistosa y tierna, como era de esperarse, me pareció interesante la crítica explícita a una sociedad enajenada con las computadoras, la televisión y el Internet. ¿En qué momento deja el contacto humano de ser necesario para interactuar? ¿Cuántas interfaces virtuales hablan por nosotros? ¿Qué tan electrónicas son nuestras vidas? Esas preguntas ya las he escuchado decenas de veces, como estoy seguro que ustedes también. Vivimos en un mundo donde la tecnología aplicada, en particular la tecnología de la información, se vuelve un elemento indispensable para el trabajo, la comunicación e incluso el entretenimiento. Cada quien tendrá su opinión particular sobre la utilidad o banalidad de las tecnologías de la información en nuestra vida cotidiana. Cabe mencionar que este blog es, por naturaleza, una manifestación social en la nueva era de la informática, ¿no es cierto? Entonces ustedes y yo ya estamos en el mismo bote.

Regresando al tema que nos aqueja, hace poco tuve la oportunidad de estudiar un poco sobre la llamada “guerra de la información”, refiriéndose al uso de computadoras y conexiones a Internet para realizar ataques estratégicos a redes de telecomunicaciones o bancos de datos clasificados. La guerra de la información (IW, por sus siglas en inglés) se ha convertido en un elemento clave de la estrategia militar de China. La Armada del Pueblo considera que el poderío militar ya no puede ser calculado con el número de divisiones armadas, aviones militares y tanques. En la era de la información, las fuerzas invisibles tales como las habilidades computacionales, la capacidad en las comunicaciones y la fiabilidad del sistema tienen mayor relevancia.

Sin embargo, para China no se trata simplemente de subirse al vagón de la modernidad y emplear a hackers mercenarios para dirigir su IW. Los teóricos chinos están convencidos de que las capacidades y cualidades de la era de la información infunden renovada energía a la teoría de Mao Zedong sobre la Guerra del Pueblo. En la era de la información, la Guerra del Pueblo puede ser librada por cientos de millones de personas usando sistemas de información abiertos tipo módem. Dado que el modo de producción industrial ha cambiado de la centralización a la dispersión, la probabilidad de que más individuos tomaran esa iniciativa ha incrementado.

Los ingenieros expertos en electrónica, sistemas e información podrían convertirse en los héroes genuinos de la nueva Guerra del Pueblo, así como lo fueron la clase guerrera de antaño. Esto podría explicar por qué, además de las obvias razones económicas, China está dispuesta a reducir el tamaño de su ejército al mismo tiempo que invierte en tecnología de la información. Evidentemente, China tiene una población lo suficientemente grande para permitir que miles de ciudadanos libren batallas desde sus respectivas casas con el simple uso de ordenadores portátiles y conexiones a red. China también posee un número considerable de diseñadores de software y un alto potencial en materia de informática.

Basta con considerar lo siguiente: si tan sólo el uno o dos por ciento de cualquier población posee un coeficiente intelectual mayor a 139, denotando a los verdaderos genios, entonces China debe contar con decenas de millones de personas bajo esta categoría. El problema real es cómo procurar el equipo y la educación necesaria para todas estas personas. Por otra parte, China tendría que desarrollar tropas de protección de la información, a fin de salvaguardar la seguridad de la frontera virtual de la nación.

Y si queremos ir más lejos…

Hace unos 300 años, un erudito desconocido decidió recolectar las 36 estratagemas chinas y escribirlos en un libro único, cuyo título llegó a conocerse como El Arte Secreto de la Guerra: las 36 Estratagemas. Dicha obra enfatiza el papel que juega el engaño como un arte para lograr objetivos militares. En la era de la información, caracterizada por ataques anónimos e incertidumbre (por ejemplo, en el origen de los virus o la existencia de ‘puertas traseras’ en programas computacionales), las estratagemas podría recobrar vida como tácticas de ataque.

Hay quienes argumentan que en el mundo actual de alta tecnología, estas estratagemas ya no son aplicables. Sin embargo, propongo darle un vistazo a algunas de ellas a través del lente de la modernidad:

“Cruzar el mar confundiendo al cielo”
Para bajar la guardia del enemigo, uno debe aparentar actuar de cierta forma y ocultar sus verdaderas intenciones detrás de actividades cotidianas. La aplicación de IW sería el uso regular de servicios de correo electrónico o vínculos de negocios en Internet para disfrazar la inserción de virus o códigos maliciosos.

“Sitiar el reino de Wei para salvar el reino de Zhao”
Cuando el enemigo es demasiado fuerte para atacarlo directamente, uno debe atacar algún interés preciado del enemigo. La aplicación contemporánea es obvia: ante la innegable superioridad militar de sus enemigos, China podría atacar con electrones los servidores y redes responsables por el poder financiero, eléctrico y político de Occidente.

“Matar con un cuchillo prestado”
Al no contar con medios para atacar al enemigo, servirse de la fuerza de otros. Los virus y códigos maliciosos pueden enviarse a través de servidores y terminales en otros países, a través de conexiones remotas.

“Relajarse mientras el enemigo se agota a sí mismo”
La aplicación de esta estrategia que se explica por sí sola sería el empleo de la Guerra del Pueblo, lanzando múltiples ataques pero guardando a las fuerzas armadas (o electrónicas) intactas para hacer frente al enemigo asediado.

“Saquear una casa en llamas”
Cuando un país está acuciado por problemas internos, será incapaz de defenderse ante una amenaza externa. El caos que resultaría de los ataques a las interfaces del enemigo permitiría entonces el hurto de información valiosa de bases de datos clasificadas.


Ahora bien, en términos de una amenaza real e inminente, ¿qué tanto es realidad y qué tanto es producto de la paranoia occidental? Antes de contestar la pregunta, y a manera de cierre (mas no conclusión), cabe mencionar que tan sólo en el 2005, el Pentágono registró 79,000 intrusiones a su red de computadoras. Aún más, 1,300 de esas intrusiones atribuidas a China fueron catalogadas como “exitosas”. Esta forma de espionaje cibernético no resulta sorprendente, sobre todo cuando recordamos que Quian Xuesen, conocido como el padre del programa espacial chino, logró infiltrar MIT y la NASA en los 50s. Pero ese, ese es un chisme para otra ocasión…

Thursday, July 31, 2008

Juegos Olímpicos y Derechos Humanos: ¡Que empiece el espectáculo!

Inmejorablemente, el objetivo esencial de los Juegos Olímpicos siempre ha sido el reunir a la hermandad del hombre en un lugar común, independientemente de consideraciones políticas, económicas y sociales, o bien de diferencias étnicas y geográficas. Es en este "espíritu de paz" que los países del mundo han enviado tradicionalmente a sus atletas para competir en diversos deportes y pruebas de condición física. ¿Por qué debería ser distinto este año?

Para empezar, esta es la primera ocasión en la que China es anfitriona de los Juegos Olímpicos. Pero lo que tiene al mundo al filo del asiento ha sido el drama tibetano, cuyo debate ha cobrado mayor relevancia bajo la lupa del interés público. Las imágenes de los tanques militares chinos irrumpiendo en la capital tibetana a principios de este año le han dado la vuelta al mundo en cuestión de días. Hemos presenciado las numerosas protestas y demostraciones alrededor del globo, tanto de tibetanos exiliados reclamando violaciones de derechos humanos como de expatriados chinos denunciando la exageración de los hechos por parte de los "separatistas". Sin importar la posición particular de cada actor, la pregunta sobre la viabilidad de los Juegos Olímpicos frente a la crisis en el Tíbet ha marcado los titulares.

En medio del caos y el aguacero mediático, el gobierno chino ha enfatizado una y otra vez que el conflicto en Tíbet dista de ser una crisis mayor, minimizando el número de muertos y el calibre de violencia. En efecto, el gobierno chino tiene mucho que perder, considerando los beneficios económicos – y las inversiones previamente realizadas – relacionados con la organización de los Juegos Olímpicos. La estrategia de las autoridades chinas ha sido utilizar el sencillo argumento de que, de conformidad con el espíritu de los Juegos, estos deberían estar exentos de toda consideración política.

A pesar de que este argumento bastante lógico podría ser respaldado por la Carta de los Juegos Olímpicos, estos últimos han probado ser todo menos apolíticos. Por un lado, la memoria de la masacre de atletas israelitas en las Olimpiadas de Munich permanece fresca en el imaginario colectivo del mundo occidental. Tampoco hay necesidad de ir tan lejos, los Juegos Olímpicos del 68 marcaron un periodo oscuro y por demás vergonzoso en la historia de México. Por otro lado, habrá que recordar que la selección de la ciudad anfitriona por parte del Comité Olímpico implica una gran campaña mercadotécnica e intensas actividades de cabildeo con profundas motivaciones políticas y económicas. Aún más, los Juegos Olímpicos han estado plagados de escándalos de abuso de sustancias y la eventual lesión infligida intencionalmente contra un competidor (¿quién podría olvidar a Tonya Harding y Nancy Kerrigan?).

China sostiene además que el conflicto tibetano es un elemento de política interna, no un elemento de negociación para que el resto del mundo impida o intervenga en el ascenso pacífico de China. Después de todo, los Juegos de Barcelona se realizaron a pesar del sangriento conflicto en el País Vasco. ¿Por qué habrán de aplicársele a China estándares más altos de buen gobierno y estabilidad doméstica?

A diferencia de España, donde los extremistas nacionalistas vascos realizaron actos unilaterales de terrorismo, en China, es el gobierno quien detenta la responsabilidad por los actos de violencia extrema contra los manifestantes, entre los cuales se encuentran los monjes tibetanos y su voto de no-violencia. Por consiguiente, parece ser que en este caso el Estado no es la víctima sino el perpetrador de la violencia.

La comunidad internacional se encuentra lejos de invocar el principio de la responsabilidad de proteger, según el cual un Estado extranjero se vería obligado a intervenir para evitar la violación masiva de derechos humanos. En un principio, los líderes políticos del mundo entero pronunciaron solamente algunas palabras de precaución y declaraciones desganadas, preocupados de no crear tensiones innecesarias con la economía más dinámica y prometedora del planeta. Pero a medida que la violencia ha escalado, cada vez más individuos han comenzado a cuestionar la viabilidad de los Juegos Olímpicos, no sólo en términos de seguridad, sino por una cuestión de principio. Ciertamente, existen dos tipos de criminales: aquellos que cometen el crimen y aquellos que no hacen nada para detenerlo. En efecto, asistir a los Juegos en Beijing sería interpretado como una aceptación tácita de las políticas internas de China responsables por las violaciones de derechos humanos.

Desafortunadamente, ha quedado claro a través de las numerosas declaraciones sobre “conflictos de agenda” y “previos compromisos” que los líderes mundiales no harán manifiesta su oposición a los Juegos en razón de la violación de derechos humanos. En lugar de ello, escogerán un camino menos comprometedor mediante el cual puedan satisfacer tanto las demandas de los activistas de derechos humanos como sus relaciones privilegiadas con las autoridades chinas.

Por otro lado, se debe tomar en cuenta la suerte que correrán los atletas. Para la mayoría de ellos, un boicot de los Juegos Olímpicos representaría un revés severo, por no decir fatal, para sus carreras profesionales. Después de todo, sí se supone que los Juegos Olímpicos se tratan de una competencia deportiva, ¿no es cierto? Y de ser así, ¿por qué los atletas deben sufrir las consecuencias de las decisiones políticas tomadas en la alta esfera diplomática?

Son los atletas quienes deberán decidir si desean o no competir. A la fecha, algunos ya se han retirado voluntariamente de la competencia como un gesto de simpatía hacia la causa tibetana. Para otros, sin embargo, el conflicto tibetano se encuentra muy lejos de sus preocupaciones inmediatas y no han expresado oposición alguna a la celebración de los Juegos.

A pesar de su bella simplicidad, el argumento chino de que ninguna consideración política debería interferir con la realización de los Juegos Olímpicos ha pasado por alto el hecho de que una reunión en nombre de la paz está inherentemente trastornada si su anfitrión emplea violencia innecesaria contra sus ciudadanos. Lamentablemente, mientras que los líderes políticos encontrarán excusas para rehuir a los Juegos Olímpicos y no ofender al dragón asiático, los atletas – verdaderas estrellas del espectáculo – se verán presionados a tomar una decisión mucho más costosa si desean ser solidarios con la causa tibetana y adoptar una postura en materia de derechos humanos. La pregunta que permanece, sin embargo, es si los espectadores mostrarán el mismo entusiasmo por las Olimpiadas que en años pasados. ¿Tomará el público una postura a la altura de las circunstancias y favorecerá los derechos humanos? ¿O permanecerán inmóviles, como en la antigua Roma, hechizados por el espectáculo y olvidarán las manchas de sangre en la arena del estadio?